Del "zombiaje" y las intervenciones psi

por Rocío González
Intervención en el conversatorio "Psycho for the masses: Intromisiones psicológicas ante la locura que nos apremia", en el PsicoPopFest! primer encontronazo intergaláctico de psicología pop.
Noviembre de 2014.





El profesor le lanza una pregunta a su alumno adolescente, pregunta que implica cierto ejercicio crítico reflexivo y éste contesta –¡Ayyy nooo por favooor no me pongas a pensar ahora!!!. El profesor llama preocupadísimo al psicólogo para que le diagnostiquen el trastorno que padece y a su vez implemente un plan de trabajo eficaz para dar solución a la apatía crónico-degenerativa que padece el alumno.

Una mujer de treinta y tantos, pese a que ha seguido fehacientemente las mil y una estrategias del Cosmopolitan, Glamour, Elle, etc., termina con su pareja, peor aún, nunca ha logrado tener una pareja “estable y formal”.  Al fin reconoce que tiene un “problema” y acude a un programador  neurolingüístico para lograr llevar a cabo de modo eficiente las nuevas y frescas estrategias de ligue y performance,  infalibles en estos menesteres; ya que, a diferencia de los charlatanes que pululan, ellos sí están avalados por la ciencia.

Un hombre que no logra superar un duelo eficientemente, es decir salir a emborracharse y pasarla de lujo con los cuates, hacer como que nada pasa y poner en práctica sus cualidades pragmáticas que por naturaleza le habitan, se vale del poderosísimo razonamiento lógico para hacerse un reset emocional, y no andar exponiendo su vulnerabilidad, inmadurez y/o y falta de control emocional.

A alguien que no logra cumplir con sus objetivos personales, sociales y económicos que fantaseó y se propuso cuando era morro, es decir, haberse casado, tener hijos y dirigir su propia empresa o de perdis ocupar un puesto directivo -que no ejecutivo-, se le ocurre la brillantísima idea de meterse al internet y tomar un curso online de superación personal.

Una persona que habita la calle día y noche, dándole a las fuentes un uso que no es precisamente el de adorno, que su habitación es del tamaño de un puente o un baldío abandonado, que anda y se detiene cuando le apetece; un ocioso empedernido pues. Que si bien, a él (o ella) no le habita conflicto alguno por su particular estilo de vida y es incapaz de “pedir ayuda”. No se preocupen, regularmente un vecino sumamente preocupado por su salud llamará al 066 para que entremos en acción los expertos, para diagnosticar y recluir.
                      
Finalmente, cuando cualquiera de las estrategias antes mencionadas ha fracasado, es decir, el chico de bachiller, la mujer quedada, el hombre débil o looser, los que pretenden reinsertar al indigente a su sociedad, están a punto de soltar la toalla. Pero tienen un último As bajo la manga: recurrir al verdadero experto, al mero mero de los profesionales de la salud mental, quien cuenta con la infalible arma: El Diagnóstico, como legitimación de su patología y La medicalización, método ejemplarmente eficaz en la extracción del trastorno. Sí, tiene un alto precio, pero se cree que lo vale. En la salud mental no hay que escatimar, y es preciso pagar las consecuencias tanto económicas como físicas y psíquicas.


Ahora bien, ¿qué es lo que tienen en común estos casos? No se trata de que  todos asumen, por default, que tienen un problema, y están absolutamente seguros de ello sino que confían ciegamente, los susodichos en cuestión y los expertos preocupados por el indigente, en que  lo resolverán, si y sólo sí,  escuchan y acatan al pie de la letra las indicaciones que “El Profesional” les pueda brindar por una módica cantidad. Pero qué pasa cuando, dichos expertos,  valiéndose del bombardeo publicitario, sea cual sea su escenario (académico, institucional público/privado, o mercantil) que arremete con la mesura y prudencia que le caracteriza; nula. Promocionan sus servicios profesionales en aras de captar clientes. Y lo hacen con un estilo muy particular  -que es precisamente de lo que hoy podríamos conversar-. En cualquier slogan, verbal, impreso o virtual, la jerga es cien por ciento cosificante, mercadotécnica y tecnocrática, es recurrente, utilizar términos como: Programación, Neurolingüística, Coaching, Cura Emocional, Asesoría Profesional, Estimulación, Potencializción, Reset, Resolución, Asertividad, Autogestión, Entrenamiento, Inteligencia, Eficacia, Eficiencia, Funcionalidad, Rendimiento, Aprovechamiento, Trascendencia, Crecimiento, Éxito, Diagnóstico.

Ya que no es azaroso que estos vocablos sean importados de disciplinas duras y rígidas como la Informática, la Administración, La Economía, La Neurobiología, etc, o bien, de las Ideologías Moralinas en boga. Urge repensar, las consecuencias de ésto que está sucediendo en la “Oferta y la Demanda en la praxis clínica”, pues esta situación se va asemejando a una especie de  “Colonización de la Personalidad” dando como resultado la reproducción de personas que más que humanos simulen o domeñen, precisamente su condición humana y por lo tanto sean capaces de participar eficientemente del mundo al que pertenecen, es decir, de una sociedad consumista y de consumidores empedernidos.

Porque lo que resulta de semejante intervención homogeneizante, masificada, son sujetos que al ser cosificados anden por el mundo como autómatas, sea en el mood robot multitask o rambo psíquico. Autómatas capaces de, por la buena (con un reset voluntario), o por la mala (medicalizados o intervenidos quirúrgicamente) cumplir con los lineamientos, decretados, a puerta cerrada, por los expertos de la salud mental. Es decir, siendo dóciles, pragmáticos, racionales, eficientes, entusiastas, normales, curados, funcionales.

A esta actitud, tanto demandada por la sociedad como ofertada por los profesionales, me anda gustando llamarle “Zombiaje”. El Zombiaje no sólo se ha  globalizado y ha sido promovido religiosamente en nuestras empresas educativas (alumnos, maestros, administrativos y directivos por igual), sino también, y de modo contundente, cabe decir cínico, por todos y cada uno de los “expertos” que estudiamos, investigamos e intervenimos en las diversas formas de construir y habitar la realidad cotidiana.

La Psicología, en términos muy generales, se supone estudia el sentido de la existencia humana, por lo que hoy urge que los que andamos por estos lares, asumamos, pero sobre todo, pensemos reflexivamente, las consecuencias de lo que hacemos y cómo lo hacemos. El ZOMBIAJE, devela con toda nitidez y contundencia como la Psicología también ha sido coaptada por la lógica neoliberal y capitalista, nada más que ahora aplicada a la personalidad, la afectividad, los procesos cognitivos, etc.

Dirán, ¡Pensar no sirve, debemos actuar! Creo fervientemente que el “Ejercicio de Pensar Reflexivamente”  no sólo absorbe  tiempo y esfuerzo como cualquier otra actividad humana, sino también, produce efectos y lo bastante concretos, -lo podemos ver claramente con lo sucedido a partir de la tragedia de nuestros compañeros normalistas en Ayotzinapa; dichos efectos evidentemente no son cuantificables como los de una fábrica ni como en los negocios; son de otra índole. Los efectos, concretamente cuando de pensar reflexivamente en la praxis del psicólogo clínico se trata, consisten en, además de crear una atmósfera espacial de riqueza inconmensurable, mantener encendida la llama del Dilema, de la Encrucijada, del Cuestionamiento, Del Saber que pese a que se sabe algo, incluso si se cree en ello con pasión, no es La Verdad sino un cuento más, tal vez muy estético, mejor contado, pero finalmente un cuento entre tantos más. 

Parafraseando a Alberoni , la Ética, -pues creo de eso estoy intentando hablar aquí-, se trata, más que de una resolución o un resultado al estilo manual de procedimientos estandarizado y legitimado de una vez y por todas, de un devenir continuo en el dilema, de preguntarse todo el tiempo lo que una hace, por qué y para qué lo hace. Y hoy es indudable que andamos haciendo mucho más por perpetuar el Capitalismo Salvaje que por  conocer y escuchar lo que  le sucede a ese alumno, esa mujer o ese hombre que se sienten tan desesperadamente urgidos por cosificarse y nosotros tan prestos para hacerlo. Y como para pensar es indispensable quejarse o al menos dudar de lo que se piensa, planteemos las siguientes preguntas:


  • ¿Qué, por qué y para qué  andamos interviniendo, es decir, en esta época posmoderna de Consumo, de Neoliberalismo, de Capitalismo Salvaje, cómo nos hemos adscrito o desmarcado los psicólogos de tales manchas voraces?
  • ¿Es posible llevar a cabo una práctica clínica ética al interior o desde esta realidad psicosocial?
  • ¿De qué formas andamos interviniendo, en lo clínico?
  •  Más concretamente: ¿Si bien “nadie es inocente”, de qué forma la Psicología abona o mina dicho caldo de cultivo de Zombies?
  • O bien, ¿Qué zombiajes son los que se ofertan, al margen de nuestro verdadero y feroz megarrelato: El Varo?
  • Y por último, no por ello menos importante, ¿cuáles son sus costos, quiénes se benefician de la actual forma de Intervención Psicológica? ¿A qué mafias servimos, a la Farmacéutica, la Psiquiátrica o la Psicológica?

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Rocío González es psicóloga clínica, egresada de la Universidad Autónoma de Querétaro. Ha investigado acerca de la Ética y la Moral en el Psicoanálisis. Es autora del blog Hacia el acto fallido. Después de haber participado activamente en el PsicoPopFest!, se lanzó a organizar con sus compas el AlterPsique, primer encuentro independiente de psicología en Querétaro, del 20 al 23 de mayo de 2015.

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