POSPORNOGRAFÍA(S): cine, ideas y humedades



Muestra Cine y Sexo, la Mirada Femenina. Ciudad de México y Guadalajara, agosto de 2012

Las últimas dos semanas de agosto, tanto en la ciudad de México como en Guadalajara, hubo la oportunidad de ver exhibidos sin recato, corto y largo metrajes en los cuales los lentes de las cámaras enfocaban vaginas, clítoris, pezones, tetas, nalgas, anos y uno que otro pene. Todos ellos siendo humedecidos y penetrados, provocando que el sonido de respiraciones entrecortadas y profundas inundaran la sala. 

Del 20 al 26 de dicho mes, en la ciudad de México (en el Teatro Bar el Vicio, Centro Cultural Universitario Tlaltelolco, Centro Cultural Universitario/Sala Julio Bracho y en el Laboratorio Arte Alameda), y del 27 de agosto al 1 de septiembre en Guadalajara (en el CineForo de la Universidad de Guadalajara); el CONACULTA, el FICG, la Embajada de Suecia, el Reino de los Países Bajos y otros centros culturales, institutos y programas de estudios de género, fueron los encargados de organizar y traer las producciones que conformaron el festival: Cine y Sexo, la Mirada Femenina


La falda de Minnie: una ida en pareja a ver cine posporno
por Regina Arce y Fernando Castro


 

 
 El primer día del festival en Guadalajara se presentó Dirty Diaries, una colección de trece cortos producida por Mia Engberg y dirigida por catorce directoras suecas, basados en un manifiesto cuyo objetivo es crear pornografía que siga los ideales feministas y por lo tanto, no sea comercial. A la presentación de esta colección acudió Ingrid Ryberg, la cual, al inicio dio una explicación de las bases y sentidos en común de los cortos que se mostrarían; también en el intermedio, el público tuvo oportunidad de hacerle preguntas a la directora. Como cosa curiosa, algunas intervenciones fueron desperdiciadas con cuestionamientos que caían en el discurso y cliché de la pornografía comercial. Un ejemplo de esto fue la pregunta que hizo un locutor de radio con ínfulas de payaso, que interrogó a la directora si era cierto que los realizadores de cine porno tenían relaciones sexuales con sus dirigidos; a esto ella simplemente le respondió que no era relevante y que lo que ahí importaba era el contenido de los cortos. 

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SKIN(Elin Magnusson) Dos cuerpos, cubiertos únicamente con un par de medias, uno sobre otro, formas vagas que se tiran mordidas y que con caricias -muchas caricias- van delineando sus partes. La media se empieza a mojar y mi respiración se corta, salen unas tijeras y una boca deja ver una lengua que recorre la tela ya mojada; otro tijeretazo, otra boca, ojos y más partes, cada vez menos tela y más humedad; roces, manos, labios y dientes que se muerden y provocan que quiera brincar sobre la que está a un lado, rozo su brazo, la veo de reojo, ve fijamente la pantalla, los cuerpos están unidos, más respiraciones cortadas, aprieto su mano, gemidos, están por terminar, mi garganta se seca, salen los créditos, nuestros cuerpos se despegan para aplaudir.

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El orden de los cortos creo que fue demasiado pensado, llego a esta conclusión ya que el primero no pudo haber estado mejor posicionado. Este corto jugó con el anonimato, una pareja heterosexual, cada individuo completamente cubierto con media permitieron que el espectador –o solo yo- pusiera su rostro, manos, pies y genitales en la pantalla grande; fue una invitación sutil y romántica para dejarme cautivar por una visión del porno diferente. Según va subiendo la estimulación, la pareja va cortando partes de la tela hasta quedar completamente desnudos; aunque los rostros terminan descubiertos, seguí en el juego de imaginar -e incluso sentir- que era yo, lo ordinario de sus cuerpos, el poco cuidado o mejor dicho el cuidado habitual del vello, así como el busto y el pene nada extraordinario, reconstruyeron en cuestión de minutos mi visión de pornografía, o mejor dicho, de la pornografía que iba a ver los próximos 105 minutos. 

 

FRUITCAKE(Sara Kaaman & Ester Martin Bergsmark) Las imágenes opacas y cambiantes posteriores a ver como un dedo penetraba jugosamente al interior de un kiwi, o como un diminuto ano era rozado cariñosamente por una flor, permitieron que el espiral de sensaciones -comenzado con el imaginarme vestido con un traje de media encima de tu cuerpo- siguiera en aumento. Ver manos entrando en las frutas y flores acariciando anos, harán que el ir a una florería o comer fruta no vuelva a ser lo mismo. Ver pequeños y obscuros agujeros contrayéndose fue como sentir una jugosa e inquieta lengua muy dentro de mi oreja -o ano-. Bendita carencia de cuerpos y exceso de orificios y frutas vueltas agua.

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Después del primer corto -que me dejó cómodamente húmeda- comenzaron a salir imágenes de nalgas, anos, frutas y flores, los enfoques estaban demasiado centrados, no se veían otras partes del cuerpo mas que las mencionadas. La música era algo acelerada, estaba acompañada de frases cortas y palabras en inglés; ahora no recuerdo exactamente que decían pero me provocaron curiosidad y deseo. Creo importante confesar que el sexo anal no me es tan común como los otros –culpo al discurso religioso que recibí de niña, así como a mis problemas de estreñimiento, ya que más que disgusto, es temor a recibir por donde expulso-.

La obsesión por el ano y la penetración a este es algo que me ha costado entender y que a la fecha relaciono inmediatamente con el porno comercial y con el placer multiplicado en los hombres a causa de lo estrecho de tal orificio. Con esto no busco negar que he logrado resignificar el placer por detrás, pero más que recibir me mueve la idea de ser yo quien posee y penetra por el ano; tanta insistencia así como algunos “errores de tino”, me han llevado al deseo de, con la misma insistencia que ellos, darles placer al ser penetrados.

Las breves imágenes del corto, además de confirmarme que la directora también tiene una obsesión, pero en otra dirección; me reprodujeron retratos de mi experiencia o poca práctica, así como mis deseos y fantasías que giran alrededor de tan singular terminal nerviosa.

DILDOMAN(Asa Sandzén) Cantina y putas, putas y borrachos, borrachos y sexo. Borrachos sonriéndoles burlonamente a las prostitutas que inclinadas en exceso juegan al pool enseñando sus prominentes nalgas y su ajustada tanga. Machos alfa sentados en grupo mientras se soban los testículos y se acarician la verga, pensando con esto que las putas correrán directamente a mamarles el pene y a empalarse cual perras en celo. Mujeres, frías, duras, excesivamente húmedas y con poco dinero; llenas de deseo de sentir, dispuestas a ser dueñas de algo y a utilizar el objeto al alcance para conseguirlo aunque sea durante un par de minutos. El hombre gana como siempre, la prostituta fue suya, el estuvo dentro de ella y durante un par de minutos le dio placer, no puede más y ahora duerme cual cadáver. Ella, igual de indefensa que un tigre, se fuma un cigarro y vuelve para buscar algún otro objeto que poseer completamente durante unos segundos, antes de aburrirse y dejarlo tirado en cualquier lugar. 

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Me cautivó desde su inicio: una animación. Sigo teniendo esa parte infantil en la que casi cualquier caricatura me puede atrapar, además las veo como apuestas pedagógicas para transmitir lo que llega a ser burdo con palabras e imposible para los cuerpos.

 

Un show “sólo para hombres”, los espectadores: tan losers como me imagino, son los que frecuentan esos lugares. El anciano, el poco agraciado y de nulas habilidades sociales, los chicos de traje en una post “comida de trabajo”; todos ahí viendo a dos mujeres que tienen sexo mientras ellos -con los ojos llenos de deseo- se masturban, un deseo cobarde que los orilla a estar ahí viendo sin tocar el cuerpo femenino, envidiando y excitándose al ver como sólo las mujeres sabemos la mejor ruta para llegar al orgasmo, por el simple hecho de tener vagina. A partir de esto es cuando comienza mi parte favorita: al anciano, que está concentrado en cuánto más se la tiene que jalar , le empieza a caer un fluido un tanto espeso, son fluidos de una de las chicas, la otra, toma al hombre ridículo (ahora diminuto) y lo utiliza para penetrar repetidas veces la vagina de su pareja sexual hasta que él muere.

Para mí los hombres que alardean, que ponen toda su virilidad y su masculinidad en el pene sólo nos sirven para usarlos como dildo, nos dan placer, no sólo físico, si no también cuando de diferentes maneras, les recordamos que puede haber mejores orgasmos sin ellos. 

PHONE FUCK(Ingrid Ryberg) En este me distraje, divagué y recordé un poco: antes, marcar un número al aire cuando se estaba solo y se necesitaba no estar así era lo más sencillo, oír una voz capaz de distraer los demonios y hacerme sentir útil para cualquier cosa, era suficiente para dejar las cosas algo grises, o siquiera menos negras. Ahora, usar el teléfono para llamar a un sólo número y sentir que esa voz puede hacer que todo explote, domesticar a cualquier demonio interno o sacarlo y guardarlo en su cajita a su antojo, además de convertir una simple llamada telefónica en un juego donde las voces al intercambiarse mensajes, susurros y suspiros hacen que el inminente encuentro sea capaz de que, sin que los cuerpos se toquen o si quiera se vean, todo el ser se destruya de placer al escuchar un par de palabras tuyas.

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El conocer mi cuerpo, el cómo, cuánto y dónde tocar para tener las mejores sensaciones me ha hecho fantasear en tener un encuentro con otra mujer; imagino que sería una masturbación acompañada. Este corto no sólo me evocó el deseo, sino que de manera inmediata me montó en la situación –que la mayoría hemos pasado- de buscar a una ex pareja para, principalmente, satisfacerse sexualmente. Pero no fueron estos factores los que hicieron que apretara las piernas y me sudaran las manos, el encuentro sexual del par de chicas fue vía telefónica. Reinventar la masturbación con bombardeos de imágenes musicalizadas con gemidos, me dejó con ganas de salir de la sala y desde el baño llamarle a él para hacer nuestra propia escena.  

 

BODY CONTACT(Pella Kagerman) Él buscó exhibirse en internet y casualmente se encontró con dos tipas queriendo hallar a alguien que quisiera ser mostrado; le piden muestre su falo ante la cámara de la computadora para ver si es digno de ser elegido, pasa la prueba. Al llegar al encuentro en vivo, la sorpresa es que las chicas están acompañadas por alguien más: un celular con cámara que grabará lo que pueda pasar; el flirteo empieza y el notar que se está grabando todo en un lugar público, le  irrita. Suben a un elevador, se la saca, entra un hombre extraño que provoca que la chica salga torcida de la risa; él amenaza entonces con irse y ellas le dan una explicación, le convencen de que se quede; accede de mala gana teniendo como condición permanecer dentro del departamento; empieza el acto, las posiciones cambian, los cuerpos giran. El grita, aúlla, se siente el dios del falo; ella sigue los movimientos y rebota al compás de él, nunca dejando de mirar a quien le graba: se ríe, hace muecas, bosteza, el habla y ella no le responde ni le hace caso. Acaban, o acaba él -ella nunca comenzó-, queda rendido; lo ven, se carcajean, le piden que se largue; las mira extrañadas, no entiende bien a bien qué es lo que sucede, se va. 

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El feminismo, desde mi perspectiva, no debería de pisar al género masculino para salir de la dictadura fálica, de ser así, se cae en el mismo juego de opresión en el cual los machos, sus pitos y tácticas movidas por el miedo han privado a las mujeres en el ámbito sexual, que a su vez es el eje de otros como el laboral, educativo, la libertad de expresión, entre otros.

Este corto comienza con dos mujeres que buscan una “víctima” en un chat, se documenta desde el momento en que, por cámara web, acuerdan con un chico para tener relaciones; en todo momento, antes, durante y después del encuentro físico ellas se burlan de él. La humillación sexual es el veneno más efectivo para aniquilar gestos, movimientos o fantasías. Como mujer que he sido limitada, no me satisface ni apetece montarme en el caballo del conquistador y someter por medio de un inhibidor.

 

AUTHORITY(Marit Ostberg) Quien cree que humillar, forzar y violentar en el plano sexual se da principal o únicamente de hombres hacia mujeres, es un ingenuo. Usar la boca del otro como cenicero, introducirle bruscamente una macana por el culo, patearle a la altura del hígado, aplastarle la cabeza con el zapato o escupirle sin parar en el rostro, no tiene ni exclusividad de género ni son siempre métodos que sirven para hacer sentir al otro como un pedazo recién pisado de mierda seca de perro. Dice el dicho que para todo hay gente y sin lugar a dudas la violencia física puede ser o no bien vista o aceptada por muchos, sin embargo, el problema de todo esto no es el acto violento en sí mismo, sino la falta de diálogo que provoca que los qués, cómos, dóndes, por dóndes, a qué horas, para qués y demás gustos y extravagancias que todos tenemos, se vuelvan decisiones unilaterales, imposiciones y caprichos no compartidos. 

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Ingrid mencionó que los cortos se irían poniendo un poco más “fuertes”, en el transcurso de éste, sus palabras me hicieron sentido; dos mujeres de facciones similares y con cabello corto simulan un encuentro entre un(a) policía y una chica que grafitea. En el acercamiento sexual hay golpes y patadas; la boca y lengua son utilizadas como cenicero, la penetración es anal con una macana; estas y otras prácticas me produjeron sensaciones un tanto desagradables. Apreté repetidas veces su mano, en ocasiones llevé mi cara a su brazo acompañando el movimiento con un “tssss”.

 La violencia, tanto física como psicológica me parecen medios que llevan a la humillación, declaro que no califico como malo –o procuro no hacerlo- a las prácticas sado, masoquista o sadomasoquistas, sin embargo mi experiencia ha dibujado una línea que delimita ciertas prácticas que me hacen sentir agresora o violentada.

FOR THE LIBERATION OF MEN(Jennifer Rainsford) No sé si yo lo haría o si algún día el gusanito de ponerme pantimedias o implantes de senos toque a mi puerta; pese a esto, si la ocasión llegase y debido a esto mis conocidos dejaran de hacer como que me conocen únicamente porque me introduzco vergas por el trasero, no me pongo remilgoso al mordisquear unos testículos peludos, o porque llegue a usar faldas y sostén o a maquillarme la cara, que se jodan. Mis amigos gays, bisexuales y un par de trans con quienes he tenido la oportunidad de charlar alguna vez -esto me pone a cuestionarme el porqué no tengo amigos trans, ya que abundan por todos lados: quizá sea por prejuicio o miedo, quién sabe-, me han confirmado que el cerebro con o sin implantes y operaciones u hormonas funciona igual, y que si no abundan en todos los ámbitos los personajes destacados entre ellos, es simplemente porque nos hemos encargado o bien de bloquearles los espacios donde se manifiesten o al menos nos hemos hecho los bobos cuando alguien más les ataca y ofende por atreverse a hacer lo que les dio su gana sin importar cuantos o quienes les dieran la espalda, o el culo.

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Este corto fue de mi elección para hablar de él. Aunque recuerdo poco, me dejó con la inquietud de ver más imágenes en donde el sujeto tiene cuerpo masculino y lo cubre con medias, faldas, tacones, pelucas y accesorios de bisutería barata. Transgéneros, transexuales y travestis son también grupos oprimidos ¿discriminados por no aceptar su género o por tomar un rol femenino? Nosotras, las que somos conscientes y aceptamos que hemos sido violentadas, que hemos tenido la decisión de dejar de agachar la cabeza, de no perdonar equivocaciones, de no callar gritos, ni aguantar gemidos y mucho menos de controlar impulsos, tenemos –o por lo menos así me siento- la responsabilidad respaldada en el placer de hacerlo, de abrirnos a hacia aquellos que tienen y viven nuestro discurso. 

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El posporno, la liberación o versión alternativa de cualquier género o preferencia,  no comienza con la realización de mítines o festivales sino con la elección de género y posteriormente con la posibilidad de manifestarlo sin contratiempo ni incomodidad alguna, ya sea con la pareja, familia o grupo cualquiera; dicha elección supone también que lo seleccionado no se intentará imponer, ni que se forzará a otros para que lo comprendan, únicamente implica hacerlo propio sin cortapisas. No obstante, la apertura de espacios en donde dialogar y discutir es un motor básico para que la posibilidad de cuestionamiento surja y de paso a la posibilidad de experimentar sensaciones e ideas diversas. 

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Nerviosismo público
por Itzel Albarrán Vázquez

 



El Colectivo Ensamble Húmedo convocó a la muestra Cine y Sexo, La Mirada Femenina, llevada a cabo del 20 a 26 de agosto.  La muestra presenta como intención el visibilizar la apropiación femenina del discurso pornográfico. Quienes hasta ahora habían sido el objeto pasivo pasan a ser los sujetos que deciden lo que ocurre en el set.  

La pornografía ha sido un tema de debate en muchas esferas y uno de los terrenos donde más se ha discutido es en el feminista donde las posturas respecto a al porno difieren ampliamente. Una de sus defensoras es Tristan Taormino. Ella argumenta que el porno feminista es porno que empodera a los espectadores, mujeres y hombres: les da información e ideas sobre el sexo.  Contrarresta los otros mensajes que recibimos de la sociedad: el sexo es vergonzoso, malo, sucio, espantoso, peligroso, o es el territorio de los hombres, donde solo sus deseos y fantasías son satisfechas.

Respecto a sus películas pornográficas ella expresa “Quiero crear porno que no degrade ni a hombres ni mujeres. Trabajo conscientemente en crear imágenes que contradigan otras pornografías que representan a los hombres y mujeres como objetos unidimensionales donde los hombres son robots sexuales y las mujeres vehículos para su placer.”

El 28 de agosto se proyectó su película Expert Guide to Female Orgasms, el titulo explica con precisión la temática. Mediante entrevistas y encuentros sexuales entre varias parejas se pretende educar sobre cómo llegar al orgasmo femenino. Comenzó como cualquier otra proyección en el cineforo, pero se desenvolvió de manera muy distinta por la peculiar respuesta de los asistentes.  De la mano de las escenas llegaba el barullo a la sala, no fueron pocas las escenas que causaron conmoción. Murmullos, risas nerviosas, carcajadas desfachatadas, comentarios como para uno mismo pero con volumen para todos. El tácito acuerdo de convivencia de los cines había sido anulado.  La mitad de la fila enfrente mío se salió, algunos desde los minutos iniciales y otros rato después. En ocasiones ya no podía poner atención a la película y  solo escuchaba a las personas, quienes irónicamente ejemplificaban lo que la directora busca cambiar. ¿Por qué consideraron apropiado salirse quienes lo hicieron? ¿Por qué  se permitía vociferar chistes y tener largas conversaciones en plena función?  El silencio parecía temido, quizás por resultar insoportable.  

El 30 de agosto fui a ver Sunset Fisting de Liandra Dahl, que es un cortometraje catalogado como “porn reality”. Y como su titulo predice, la película comienza con una escena de “fisting” con la luz del atardecer. Aunque su inicio es más bien directo el resto es un poco más sutil y se desenvuelve alrededor de las divertidas historias de varios personajes. En esta ocasión el público no perdió la compostura como en la del 28 pero las risas tampoco paraban de brotar a cada rato.

Quizás el cambio de paradigmas con respecto a cómo concebimos la sexualidad y la pornografía en particular esté en manos de las mujeres, como las directoras de pornografía feminista que siempre hacen énfasis un mantener un comportamiento ético en todas las partes de la creación de la película y presentando una visión más integral de la sexualidad humana. 

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Imágenes tomadas de dirtydiaries.se


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