Pablo el psicólogo

Pablo Fernández Christlieb estuvo en Guadalajara (México) para la Semana de Psicología del ITESO 2012 y presentar su libro:

LO QUE SE SIENTE PENSAR
o La cultura como psicología
México: Taurus, 2011.



Pablo el psicólogo

por Héctor Eduardo Robledo
@chacsol
 
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Pablo Fernández Christlieb es el único conferencista que ha podido hilvanar en un mismo renglón la psique, la sonrisa y el pollo frito, logrando además en la audiencia el efecto de que piense, sonría y de antemano saboree el siguiente pollo frito como si fuera el último en su vida, todo al mismo tiempo. Esto es, que convierte cada conferencia que dicta en el laboratorio experimental donde pone a prueba, y normalmente verifica, la tesis central del libro que aquí se presenta: que pensar se siente.

Que éste prodigio alquímico, el de tejer los pensamientos con los sentimientos, se logre con el experimento de juntar a una audiencia y encantarla con las palabras –como ocurrió también aquí hace un par de días—, explica que el efecto es posible solamente porque quien hace la operación es en realidad la audiencia, que está compuesta por gente muy “culta”. Y no es que sea culta porque haya hecho peregrinación al Museo del Prado alguna vez en su vida, ni porque se vaya a aventar toda la semana en el Festival de Cine de Guadalajara. En realidad lo es porque pone todo su entusiasmo en prepararse un desayuno bien picante, o hace obras de arte con el humo del cigarro mientras conversa en una esquina, o es capaz de alburear hábilmente en una junta de negocios, o le dibuja una magistral portada de monitos a su trabajo final de geografía, o contesta religiosamente los crucigramas del periódico dominical. Esto es, porque encuentra el modo de que casi cada momento del día tenga su gracia.


Las corrientes clásicas de la antropología y la psicología evolutiva propusieron que la cultura fue el instrumento con el que la especie humana logró defenderse de y dominar la naturaleza, a falta de artilugios físicos como extremidades fuertes y mandíbulas poderosas, con lo cual el término cultura hoy día quedaría reducido a las llaves de tuercas, los Oxxos y las Farmacias Guadalajara, abiertos 24 horas para que no se quede uno descubierto de alimentación y salud. Al parecer aquellos científicos sociales no estaban enterados de que la naturaleza, así con su pastito verde, sus árboles frondosos y sus animalitos, la inventaron los poetas bucólicos, como Virgilio, apenas unos cientos de años antes de Cristo. Ni tampoco sabían que la naturaleza humana la inventó Shakespeare alrededor del 1600: el poder, el amor y el desamor.

No es nada nueva la aceptación entre los científicos sociales de que ciertos ritos populares tienen lo suyo como cultura, como las fiestas de vírgenes y santos patronos, y todo aquel acto ritual que lleve vestuario folclórico incluido, pues suelen ser los símbolos que congregan y organizan a los grupos sociales, los tótems con los que los fundadores de una sociedad se disculpan por haber matado a su padre erigiendo en su lugar una Institución, diría Freud. Sin embargo, esas fiestas no dejan de ser eventos especiales en la vida de la gente, momentos excepcionales. Pero, en rigor, la cultura sólo es cultura cuando llena el resto de los días y sus horas –por sí mismos aburridos—, con cartitas de amor durante clases, chambritas que se tejen durante la telenovela, tensas conversaciones sobre futbol en el minibús, o de torta ahogada en la mañana de domingo.

Ello no quiere decir que los libros de Pablo sean sobre terapia ocupacional o superación personal –aunque por el título de este que así se presenta así lo parezca, como él mismo dice en el prólogo—. Ni tampoco porque sea psicoterapeuta de la línea narrativa. Y aunque la teoría y el arte curen, como también le he escuchado decir alguna vez, no deja de considerar a la danzoterapia como una falta de respeto a la danza –cosa que dijo aquí mismo hace un par de días. Por disciplina y formación académica Pablo suele presentarse como psicólogo social. Aunque la verdad es que de pronto Pablo se volvió psicólogo, a secas.

Basta ver que el índice del libro que aquí nos convida no tiene como temas la interacción, las relaciones intergrupales, la influencia minoritaria, las representaciones sociales o la posmoderna construcción social de la realidad, tópicos de la psicología social. Los capítulo más bien indican Pensamiento, Sentimiento, Conciencia, Percepción, Sensibilidad, Inteligencia, casi todos ellos temas clásicos de la Psicología, así en general. Eso sí, con metodología experimental, como sugerí antes. Porque durante el trayecto de la lectura, la lectora o el lector irán experimentando, con mucha nitidez, cómo sus 5 sentidos se transforman en uno, y harán conciencia de que éste no empieza ni termina en su cuerpo, sino que es emanado por la atmósfera de su ciudad, los colores de su cielo (quizá inventados por Orozco), la efervescencia de sus horas pico, las canciones que salen en el radio (tema acerca del cual Pablo tiene otro libro). Que la cultura es el órgano del pensamiento, y que lo que la cultura piensa son sentimientos.

Así, cuando uno se sirve el primer café de la mañana y se pone a leer la sección internacional del periódico no solamente está llevando a cabo una operación cognitiva, sino que está sintiendo que forma parte del mundo. Pero le va a costar trabajo decirle con palabras a su colega de oficina cómo se siente eso, pues los sentimientos son algo totalmente distinto de lo que se dice que se siente, así que va a tener qué elegir entre dos opciones: contarle las noticias de manera que le evoque un sentimiento similar al que uno sintió o prepararle un café igual de bueno al que uno está bebiendo. A lo mejor tomar la decisión correcta es a lo que le llaman inteligencia social, pues tiene el fin adaptativo de estirar la sobremesa del desayuno a la primera hora de oficina.

Lo que se siente pensar o la cultura como psicología, no es, sin embargo, un libro de “Psicología cultural”, como aquella que se pone a comparar el desarrollo cognitivo de niños de distintos pueblos. Quizá es, más bien, un libro de “psicología popular”, según la define en su tesis doctoral José Morales (ilustre psicólogo graduado de esta universidad): aquella que se piensa con “gustos, aficiones y prácticas folclóricas, horteras u ordinarias, es decir, gentiles”, esto es con las formas y objetos con los que piensa la gente, y como el psicólogo por lo general también es gente, pues también con los gustos y aficiones propias. Por ahí de la página 57 se van a dar cuenta de que el autor también es escultor.

Guadalajara, 2 de marzo de 2012.
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Cámara y montaje: Iván Rodríguez
Gracias a Pablo una vez más por el libro y por la visita. También a Mafer Rodríguez por el banquete post-presentación en "La Gorda".

Comentarios

Wusana ha dicho que…
Ya me estaba preocupando no ver entradas nuevas en el blog, además me parece que el face ya lo cerraron. En cuanto a Pablo he andado cazandolo a ver cuando venia a GDL para que me firmara precisamente su libro de "lo que se siente pensar", realmente me quedo algo triste pues no se si tiene twitter o algo para saber en donde se presenta, sin embargo les agradezco suban video pues como llegaron a comentar en este blog, al leer sus libros es como si escucharas su voz en tu cabeza. Genial, gracias por el aporte :D
Valeria ha dicho que…
Sencillamente genial! Este hombre me cae re bien, tiene magia.