Metáforas y refranes en lo cotidiano

por Jesús Janacua Benites






El auténtico conocimiento sociológico se 
nos revela a través de la experiencia inmediata, 
en las interacciones de todos los días.
A. Coulon (2005: 17)

“Para hablar se necesitan dos” y “al buen entendedor pocas palabras”. Parece ser que con estos dos refranes populares se explica perfectamente la interacción social en la vida cotidiana, entendiendo a ésta última como la conciben Berger y Luckmann (2001), como aquella de todos los días, la que comparto con los otros en mis actividades diarias, rutinarias, aquella donde me vuelvo asequible para el otro en un sinfín de intercambios de subjetividades, aquella donde mis planes, se intersectan con los planes de los otros.

En la vida cotidiana, cuando nos encontramos en situación de interacción cara a cara, intercambiando subjetividades con el otro, o lo que es lo mismo, platicando de lo lindo con nuestros amigos y conocidos, hacemos ciertos usos de la lengua que nos ayudan a acentuar o reforzar lo que estamos diciendo o haciendo en determinados momentos de la interacción. Dichos usos lingüísticos, que permanecen en el imaginario social como refranes y metáforas, ayudan además a mantener la interacción en el sentido de hacerla lo menos aburrida posible.

Y es que en nuestra interacción social cotidiana, parecen existir ciertos temas tabúes (como la muerte, el sexo o la deshonra) de los que no está muy bien permitido hablar directamente, y hablar de ellos de manera directa significa transgredir las reglas de la interacción.

Por Goffman (2000) sabemos que causar rubor, vergüenza o pena ajena por un desatinado comentario como ofender a algún presente, es interactivamente impertinente y califica de “contraventor social” a aquel que lo hace.

Lo que tratamos de decir es que en nuestras interacciones hay mecanismos, o como Goffman (1991) los llamó: “recursos seguros de la interacción”, a los que se puede apelar cuando se tiene que decir o hacer algo que dentro de la interacción no está permitido; parece algo mágico, puesto que estos mecanismos permiten “ofender sin ofender”.

Uno de estos recursos seguros es “la definición no seria de la situación”. Con este recurso, lo que se pretende es decir algo cuyo impacto es fuerte, pero aminorando el impacto, se traduce en un “no es para tanto”.

El refrán es uno de los subterfugios de la definición no seria de la situación que permite hablar de lo prohibido sin que esto transgreda las reglas. Así, en cuanto a la muerte por ejemplo, podemos decir que le tocó bailar con la huesuda a una persona que acaba de fallecer, o que colgó los tenis o que estiró la pata o que le cayó el chahuistle o que chupó faros o que se lo llevó la tiznada.

Para hablar de la deshonra, sin que sea ofensivo para la persona aludida, podemos decir que peló gallo, por no decir que huyó (idea que además trae a colación la cobardía), que le gusta andarse por las ramas por no decir que le gusta andar perdiendo el tiempo sin ir a lo más importante o que le busca tres pies al gato, cuando en realidad sabe que tiene cuatro o que no toma el toro por los cuernos.

Por lo demás, podemos decir que lo agarraron con las manos en la masa para hablar de una persona que fue sorprendida en una situación poco honrosa o podemos decir también que alguien habla sin pelos en la lengua para dar a entender que no escatima en “decir las cosas como son.”

Fernández Christlieb (2011) nos dice que se piensa y se comunica a través de metáforas, sobre todo en cuanto a las sensaciones, de las cuales parece no haber equivalente real en el lenguaje. Si hay una prueba de la arbitrariedad del signo lingüístico, es esta. Es decir, parece no haber un equivalente entre la sensación y el lenguaje o ¿cómo se le hace para explicar cómo se siente el hambre, a qué sabe una manzana o qué se siente estar enamorado? Esto parece ser lingüísticamente imposible, sino es apelando a la metáfora.

Sabemos, de antemano que no hay referentes lingüísticos para hablar de las sensaciones y por eso cuando nos preguntan "¿cómo te sientes?" nuestra respuesta es sencillamente "bien" y por eso también decimos algunas veces que el lenguaje no alcanza para decirle a alguien cuánto lo queremos y de esta manera nos vemos en la necesidad de apelar a las metáforas para explicar lo que sentimos. Así, no es extraño que un enamorado diga me trae arrastrando la cobija para hablar de lo que siente por su amada, o sentí mariposas en el estómago cuando tratamos de explicar lo que sentimos cuando vimos por vez primera a la que hoy es nuestra novia.

Las metáforas son también muy socorridas en la vida cotidiana, en cuanto a hablar de sabores se refiere. Entonces podemos decir que la carne de iguana sabe como a pollo, o que la pera sabe como a manzana, o que cuando te cortas sientes como que te quemas, o que el hambre se siente bien feo y que cuando te asustas sientes como que se te suben los pies a la cabeza.

Así, podemos notar que en la vida cotidiana lo que vale es darse a entender y que los refranes y las metáforas se insertan en un continuum de intercambios verbales que son válidos sólo en un contexto y para algunos hablantes, ya que es mediante el lenguaje que los hablantes se subjetivan al otro y entonces existen en una comunión donde la palabra es el punto de encuentro.


Referencias
Berger P. y Luckmann T. (2001) La construcción social de la realidad. Argentina: Amorrortu.
Coulon, A. (2005) La etnometodología. España: Cátedra.
Fernández, C. P (2011) Lo que se siente pensar o la cultura como psicología. México: Taurus.
Goffman, E. (1991) Los momentos y sus hombres. España: Paidós.
Goffman, E. (2000) "Rubor y organización social" en Sociologías de la situación. España: La piqueta

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Fotografía de Lirba Cano.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Cualquier trabajo que incluya el uso y la comprensión de refranes, se puede ver nutrido por el trabajo de Herón Pérez. El estudio crítico es "El hablar lapidario: Ensayo de paremiología mexicana", pero el "Refranero mexicano" del FCE o el "Refrán viejo nunca muere", ya son avances muy recomendables. Comoquiera, gracias por el texto!
IR
Unknown ha dicho que…
Uy, y me olvidaba! Por supuesto el "Paradigmas para una metaforología" de Bloomenberg resultaría también en pasto para ésta buena idea.
@chacsol ha dicho que…
Gracias por los comentarios y recomendaciones!