Teoría del sabotaje

psicología de las des-organizaciones para un presente mejor

por Chac
Laboratorio Nacional de Histeria Social y Psicología de Masas
Departamento de Asuntos Sin Importancia

Nota intro-misora
Este texto es fruto de una ardua y dolorosa investigación empírica que, desgraciadamente, aun no concluye, y que se efectúa en diferentes centros de trabajo de diversos sectores. En el Laboratorio de Histeria Social y Psicología de Masas pusimos a trabajar a los achichincles de investigación como agentes de ventas, canguros (cuidadores de niños), encargados de minisuper, maistros de prepa y licenciatura, laboratoristas, tortilleras, y hasta como psicólogos. Encima no les pagamos un centavo. No aparecen aquí nombres de empresas, jefes ni empleados porque corremos el riesgo de perder la chamba que todavía necesitamos, pero cada quien puede verificar las afirmaciones de este estudio por sí mismo.

El orden
¿Qué es el orden? El orden es lo correcto, lo bueno, lo deseable. Que los elementos de una situación estén dispuestos de manera que operen para un fin determinado. Cada cosa en su lugar para que el universo funcione: eso es el cosmos, lo contario del caos. Casi todo claro: en el universo los elementos están en su lugar, todo funciona muy bonito, nada más nos falta saber exactamente para qué, con qué fines funciona el universo. Funciona para que funcione la noción de orden.
Innegable es que nuestra sociedad está ordenada, por eso hablamos de "orden social". ¿Cuál es la finalidad de ordenar la sociedad? ¿O es que existe una especie de mecanismo social inconciente que ordena sin que en la vida conciente sepamos para qué y nos la pasemos inventando ficciones que justifiquen el orden? Lo obvio es que ordenamos la vida para que tenga sentido. Esto es cierto, lo paradójico es que el sentido sólo aparece cuando se rompe el orden, esto dicho en varios sentidos.

La razón de existir del orden es la posibilidad de sabotearlo, lógica según la cual no hay cosa peor que abandonarse al desorden absoluto porque ahí no hay posibilidad de que irrumpa nada: el desorden, como señala la noción de entropía, es en todo caso una tendencia pero no un sistema. Es la tendencia anti-sistémica que da sentido al sistema. Por eso no hay que confundir: quienes buscan instituir mecanismos de ordenamiento de la vida con la intención de hacer del desorden un sistema son quienes amparan su existencia en la neurosis y hasta en la locura.



El sabotaje social
¿Para qué funciona el orden social actual? ¿Hacia dónde está ordenado? ¿Por qué en una sociedad con sofisticados artefactos racionales de ordenamiento (gobiernos democráticos, ciencias que todo lo saben y curan, tecnologías que todo lo resuelven) flotan densas mareas de insatisfacción? Como esta pregunta es un tópico, pensamos que es más interesante indagar de dónde emana la poca o mucha satisfacción que logramos aun experimentar en el mundo cotidiano. Buena parte proviene de esa tendencia psicosocial al sabotaje del orden social normativo. Sin embargo, los teóricos serios de las instituciones y los críticos de los movimientos sociales dicen que dicho orden contempla el sabotaje social, incluso como forma de reproducir el mismo sistema, y que en el mejor de los casos los saboteadores son idealistas ingenuos sin conocimiento real del sistema. De tarea: ¿quién puede tener una visión real del conjunto del sistema social?

Pero es aquí, ya nos estábamos tardando, donde vamos a decir qué entendemos por sabotaje social: sabotear es un gusto, no un orden para contrarrestar otro orden. El sabotaje más que una poderosa travesura es una actitud para vivir un momento agradable. Más que una manera de intervenir la realidad es una forma de pertenecer a ella. Interviene el que está fuera, pero sólo puede sabotear el que está dentro. El caso paradigmático de sabotaje social, decimos nosotros, es eso que el sociólogo Maffesoli llama "socialidad del sur": los empleados que se ponen a cotorrear, chacotear, reir y perder el tiempo en pleno horario de trabajo. Maffesoli cree que este fenómeno donde se presenta con frecuencia es en los países del sur, sea el sur de América, sea África o el sur de Europa. Como no presenta cifras nosotros todavía estamos esperando que alguien nos pague para comprobarlo. Llamamos "social" aquí al sabotaje no porque esté dirigido hacia la descomposición de un orden social, sino porque se ejerce desde la socialidad.

El orden social podría definirse de la siguiente manera: "te pago para que hagas lo que yo digo". El acuerdo general es que se trata de un orden muy justo, y que los trabajadores que no lo cumplen, que sabotean, actúan con inmoralidad. Pero normalmente una empresa no quiebra porque tenga malos empleados. El sabotaje social no funciona para exterminar el orden, sino para subsistir en medio de ese orden. Porque el orden que rige la sociedad desde la que escribimos está compuesta de gente que mayormente no trabaja en lo que le gusta sino en lo que le queda (¿es ese también un orden muy justo?), o en lo que le permite reproducir y formar parte de una élite que maneja el orden, que tiene ese poder. La satisfacción sólo es posible si sabotea. Si en lugar de hacer aquello para lo que me pagas por un momento del día hago lo que me de la gana (dentro de lo posible en ese espacio) cuando no me ves.

Autosabotaje para la neurosis
Por otro lado, la manera más fácil de conseguir insatisfacción, de alimentar la propia rabia y el desprecio hacia el mundo es el autosabotaje como sistema. Quienes tienen el poder (o "la responsabilidad" como les gusta decir) de dirigir colectivos sean empresas, familias o gobiernos, como un fin en sí mismo, suelen practicar su puesto dando órdenes confusas que imposibilitan repetidamente el trabajo para el que pagan, de lo que luego podrán culpar a los confundidos que tardarán en salir de su azoro. Dicha práctica genera gran cantidad de insatisfacción a todos los implicados por la simple razón de que uno ya no sabe en qué mundo vive, si en el que se rige por el sentido común o en el del jefe que sólo se entiende a sí mismo (y a gritos) porque alguien le enseñó que ser alguien en la vida significaba controlar a otros. Sin embargo en estas situaciones es altamente probable que haya una ganancia social que consiste en las estrategias de sabotaje que irán ideando los insatisfechos dirigidos. Ganancia "social" quiere decir en pro de la gente. "Gente" refiere a la naturaleza gregaria de las personas: favorecer a la gente quiere decir favorecer las relaciones, que como decía Maffessoli es en lo que consisten las estrategias de sabotaje a un orden cuyo fin es producir para lo que te pago (lo cual por lo demás es muy pero muy justo).

El sabotaje social propicia la aparición del sentido (de pertenecer, de vivir), el autosabotaje es la destrucción del mismo, la miseria.

Elogio de la incompetencia
Hasta aquí parecería que se está haciendo una apología de quienes echan a perder el noble trabajo; de la flojera, la ineficacia y la ineptitud. "Incompetencia" como se dicen en los tiempos de valoración bursátil de las cualidades humanas. Y es que ninguna teoría es neutral. Pero justo sería también buscar en la memoria para rescatar la antigüita idea de que los trabajos no debían servir tanto para producir billetes como para dotar el día a día de ganas para levantarse de la cama, de espacio para crear con las manos, para convivir con los semejantes. Y ahi vienen otra vez los inteligentes críticos de los sueños guajiros a decirnos que nel, que el trabajo se inventó para comer. Contestaremos que no, para comer se hicieron las artes de la caza, la agricultura y la pesca, que "originalmente" no daban billetes, y ahora resulta que si no hay billetes no hay salud, ni agua ni buen clima. Nomás eso faltaba, todo lo queremos gratis. Será que el tercer mundo trabaja muy poco. Pero no nos desviemos de la respuesta: si aspiramos a la dicha de dedicar nuestro día a hacer cosas que nos dejan satisfechos al final de la jornada es porque alguna vez lo habremos vivido.

Ejercer el sabotaje social, pactar con el caos, significa renunciar al dominio de la naturaleza, del ordenamiento según nuestros preceptos. Pactar con el orden de la productividad significa el sabotaje de una sociedad contenta, y nada más. Esta "teoría" (ándele con la osadía) tendrá por supuesto toda la razón productiva en contra. Como se argumentó desde el principio, es preciso un mundo debidamente reglamentado que podamos descomponer en el momento en que se anquilose, que esté por encima de nuestra satisfacción y que funcione solamente para el sostenimiento de quienes lo dirigen. No se propone aquí el derrocamiento del orden social, sino poner atención a los momentos en que obtenemos mayor satisfacción. No es siempre lo políticamente correcto lo que nos mantiene mejor en este mundo, y si no que les pregunten a las feministas. La justicia de hacer lo que te digo porque te pago supone la imposición del orden "natural" mejor conocido como ley de la selva o sea la del más fuerte. Si el dinero es el arma de los que dirigen porque pagan, el sabotaje social es el recreo de los que no tuvieron más remedio que trabajar en lo que quedaba.

Queremos dejar claro por último, con ánimo de no crear falsas expectativas y de curarnos en salud, que el sabotaje social no es ninguna alternativa para el cambio radical de las estructuras sociales ni para el derrocamiento de la macabra globalización capitalista. Desgraciadamente no alcanza para tanto. Los cambios sociales radicales requieren de una nueva propuesta de orden, de gente convencida de ello y dispuesta a sacrificarse por la causa, pero también a exponerse a la tentación de dirigir el nuevo orden. El sabotaje social es simplemente una manera de estar comodamente en el espacio en el que uno suele pasar la mayor parte de su día activo, de reirse cuando se supone que hay que estar serios, de hablar cuando se supone que hay que callar. De dejar de hacer para convivir, que es a fin de cuentas lo que hace a la gente ser gente.

Pero a final de cuentas no es pa'que nos crean, nomás estábamos perdiendo el tiempo en la chamba escribiendo para este blog.

P.D. La psicología profesional qué pinta aquí: apapacha o sangolotea depresivos para que vuelvan convencidos al trabajo, selecciona al personal más capaz y les enseña a manejar su estrés para eficientizar la empresa. Los psicólogos dicen que ahora también enseñan a administrar el tiempo libre para no tener que estar echando a perder el horario de trabajo. La gente también lo sabe pero no le da la gana hacerlo. Sabotaje social a la psicología.

Comentarios

marlu ha dicho que…
No más pa que no se diga que nadie los lee, y no se vaya a creer que los leo porque llevo el mismo apellido del escritor, ni porque presumo ser su orgullosa hermana...no, más bien los leo pa entretenerme en mis horas laborales... a propósito del sabotaje social...
Pensando en ello se me ocurre que incluso en este mundo moderno donde solemos comunicarnos más con la máquina que con los individuos, el chat se ha convertido en una fabulosa herramienta de sabotaje social, al menos para nosotros las culturas del "Sur", es bien curioso ver como es muy poca gente la que realmente respeta o es coherente con su Estado en el famosos MSN, si dice Ausente o Ocupado, escríbele y segurito te contesta pa decirte... qué paso? qué no ves que estoy ocupado? y hazle plática y seguirititio, te la sigue... si reamente estuvieramos tan ocupados ni nos conectaríamos... a propósito bendito internet que a mí al menos me permite sentirme un poquito más cerca de la gente que quiero y que se me ha quedado lejos, y muchas veces esto sucede a mis horas de trabajo ja!
Anónimo ha dicho que…
el buen y estimado chac que no duda en subir sus formas de ocio presentadas en sus horas de trabajo, todo un saboteador,
felicidades por el blog que tambien es un saboteado saboteador!


saludos Gmo! desde gdl
Leonardo ha dicho que…
Mi estimado Doctor:

Mira que me lo había perdido, está muy buena la teoría del sabotaje, me trajo a la mente una rola del Silvio "Más de una vez" (del disco "Erase que se era").

Coincido con todo lo que dices, sobre todo con que sabotear, si no me equivoco, no significa mandar este mundo a la chingada.

¿Otras formas de sabotear? Ir a la escuela y escuchar las clases, comentarlas con compañeros sin importar la nota ¿no?