¿Qué es lo que nos separa?

Laboratorio de Afectividades en Cuerpos parlantes

En Cuerpos parlantes nos estamos reuniendo los viernes para un espacio-tiempo al que llamamos Laboratorio de Afectividades. Se trata de una serie de encuentros para poner en común preguntas acerca de aquellas emociones que organizan las relaciones sociales a nivel global. “Polarización” es ya un lugar común para explicar lo que ocurre en las plataformas digitales de redes sociales, donde evidentemente las emociones están siendo explotadas no solamente para monetizar nuestro tiempo en las plataformas, sino para orientar los discursos con los que se justifican y se niegan despojos y genocidios, pasando por el desprecio hacia otrxs. 

Nuestro propósito ha sido entender de qué manera las emociones moldean nuestra forma de mirar el mundo, así como la organización de nuestros cuerpos en torno a narrativas que justifican la proliferación de fronteras y cercamientos: ¿Qué emociones nos fragmentan y nos inmovilizan? ¿Cómo aprendemos a odiar, a desconfiar, a temer la diferencia? ¿Qué emociones genera vivir en un país en crisis por las desapariciones forzadas?, son algunas de las preguntas que hemos puesto sobre la mesa. 

Nos hemos apoyado de algunas lecturas para nuestro análisis, como el libro La política cultural de las emociones de Sara Ahmed, quien propone que sentimientos intensos como el odio o el miedo no son meras reacciones instintivas de nuestros organismos individuales frente a las amenazas que percibimos en el entorno, sino que provienen más bien de la circulación de discursos que forman parte de estrategias para definir a los cuerpos y sujetos a los que se catalogará como amenazas para un sistema. 

Ahmed centra su análisis en discursos públicos de grupos e instituciones que rechazan la inmigración, pero escuchamos este tipo de discursos que pretenden definir a los enemigos y los problemas también en los gobernantes que marcan a los consumidores de sustancias como la causa del narcotráfico y la violencia en el país, tal y como se le escuchaba decir al anterior presidente. Las emociones moldean nuestros cuerpos, dice Ahmed, lo que significa que nos disponen y nos orientan al contacto con otros cuerpos según nuestras propias “historias de contacto”, pero también por los discursos con los que se narran esas historias, según las cuales, por ejemplo, “los árabes son terroristas” o “los inmigrantes son peligrosos”. 

Las emociones son nuestra conexión con lxs demás, pero es también en esas conexiones, en esas relaciones, donde nos hacemos personas. Es decir, venimos del común, más que juntarnos como individuos a hacer comunidad. Es por eso que Marina Garcés sugiere preguntarnos, más que cómo hacemos colectividad, ¿qué es lo que nos separa? Si venimos del común, ¿qué es entonces lo que nos fragmenta? 


Teresa Caldeira, en una investigación antropológica, recopiló testimonios de residentes de la ciudad de Sao Paulo en los que constató cómo la designación de los otros como un peligro (los migrantes, los del otro barrio) circula en narrativas que justifican la segregación urbana e impulsan la edificación de muros, tal como ocurre en Guadalajara en los barrios residenciales de los ricos. El “habla del crimen”, dice Caldeira, opera mediante la elaboración de prejuicios y la creación de categorías rígidas que asocian el peligro con grupos marginados, buscando eliminar ambigüedades y definir a los cuerpos que suponen una amenaza, así como explica Sara Ahmed. Una de las estrategias con las que se han llevado a cabo los apartheid en Sudáfrica, en Palestina y en todas las metrópolis que requieren de zonas de sacrificio para su “desarrollo”. Es también con el “habla del crimen” con la que se designan los barrios “peligrosos” que habrán de ser gentrificados, y que funciona además como estrategia de desplazamiento. Porque, ¿a qué temen exactamente los ricos y los estados militares?


Parte de la experimentación en el Laboratorio de Afectividades también ha sido pensar y compartir aquello que nos devuelve al común, es decir, la memoria de aquellas experiencias en las que aprendimos y reconocimos la solidaridad, el apoyo mutuo y la diversidad. Los eventos culturales, las protestas, los símbolos, aquello que nos ha conmovido a lo largo de nuestra trayectoria vital como las amistades, la música o las fiestas, para construir una cartografía de nuestros afectos, que nos permita reconocer aquello que potencia la vida en nuestra cotidianeidad, pese a los muros, las distancias y los discursos de odio. Frente a los genocidios y los despojos. 


Referencia de las lecturas de apoyo en el Laboratorio de Afectividades:

Sara Ahmed. La política cultural de las emociones.

Teresa Caldeira. Ciudad de muros.

Marina Garcés. Un mundo común. 


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