Cinco estrategias para salir del rock
por Horacio Espinosa Zepeda
Presentación en el PsicoPopFest! Primer encontronazo intergaláctico de psicología pop,
noviembre 2014.
Hola, que tal,
agradezco su presencia en esta que será una conversación sui generis, ya que
más que una ponencia será una degustación de lo que yo considero algunos de
los mejores ejemplos de la música pop underground en la última parte del siglo
XX, espero que los aquí reunidos tengan el gusto por la música y por el
ruido.... o si no al menos disposición a zambullirse en él.
Antes de entrar en materia me gustaría despejar el camino respecto a posibles distorsiones sobre lo que significa “lo pop”: imbuidos por la concepción de música pop difundida desde la MTV, se cree que se trata de un género en particular, identificable a primera oída. Lo pop es una abreviación de “popular” que sirve para diferenciar la música hecha “por cualquiera” frente a la música culta, realizada por músicos académicos que generalmente se conoce, de forma equivocada, como “música clásica”. Está claro que tanto “pop” como “música culta” son categorías de fácil deconstrucción pero nos sirven para más o menos orientarnos.
En la tradición inglesa, el pop, o de forma más general “la cultura pop” es todo lo que sea popular, es decir, propio del pueblo, mientras que en la tradición “gringa” pop es un género particular de música interpretada por personajes como Madonna o Miley Cyrus. Por ejemplo, en el célebre documental “All my loving” (1968) del director británico Tony Palmer, se habla del impacto de la música pop en la cultura contemporánea mientras se toma como ejemplo artistas como Pink Floyd, Cream, Jimi Hendrix o Frank Zappa. Músicos que de este lado del Atlántico nadie llamaría “pop”. Aquí tomaremos la más incluyente definición inglesa del pop, frente a la visión distorsionada de la generación MTV.
Una primera
afirmación polémica: La cultura pop global la han inventado los británicos,
incluso cuando algunos estilos musicales han sido originados en Estados Unidos,
la gran parte de los movimientos, en cuanto a generación de “una escena”
terminaron cristalizando en los barrios obreros del Reino Unido. Es este país,
sin duda, el “más pop” del planeta. Esto también puede ser deconstruído y “dado
en la madre”, estoy consciente. También pude haber hecho una lista más
incluyente y hablar del punk español o mexicano, o del metal en Yakarta o en
Brasil, pero no, me centro, de forma totalmente tendenciosa, en lo que
considero las bases del underground europeo en general, por una razón más que
nada didáctica.
Hay que reconocer que
desde hace mucho el rock dejó de ser un “estilo de vida” para transformarse,
paulatinamente, en un espectáculo efectista y con fans tremendamente pasivos.
Esto no es nada nuevo, de hecho fueron los setenta la llamada época del “Super
Rock”. Y contra esta cultura “rock” estandarizada se rebelaría el punk rock:
aquella reacción en cadena contra la espectacularización de “las leyendas del
rock”, tipo Led Zeppelin, Rolling Stones o Queen. Así como en contra de un
género especialmente odiado por la clase proletaria inglesa de los setenta, el
llamado “rock progresivo”.
El problema tanto con
“las leyendas del rock” como con el rock progresivo era que ambos fomentaban
ciertas ideas nefastas para la cultura pop: la pasividad del espectador frente
al despliegue económico-pirotécnico del rock de estadio, la exaltación de una
ideología meritocrática en el rock donde se exige la admiración por “los héroes
de la guitarra” y por ende, la radical separación entre artista y espectador
donde el primero es visto como una especie de semi dios inalcanzable,
reproduciendo en la cultura pop el culto al yo de la sociedad capitalista.
Estos cinco casos históricos que quiero presentarles, son maneras únicas y probablemente irrepetibles de ir a contracorriente del sistema del rock-espectáculo. Estas escenas, con o sin consciencia de ello, generaron un discurso de crítica política y cultural dentro de la música pop.
1. PUNK
ROCK
La madre de todas las
disidencias en el pop se llama punk rock. Movimiento que surge a finales de los
años setenta y que se extiende con fuerza por todo el mundo a lo largo de los
años ochenta y hasta mediados de los 90 que más o menos empieza a extinguirse.
Aunque el slogan del punk por excelencia es “Punks not dead”, en mi opinión el
punk como tal quedó asimilado a un cierto estilo musical y no al movimiento
cultural complejo que fue en sus inicios.
En el contexto político-económico, el mundo se encuentra en una tensión permanente por la llamada guerra fría, Inglaterra en particular está en una fase de tremenda crisis económica, descenso del bienestar y en general, pobreza, que sin embargo es paliada por un Estado Social que es uno de los más fuertes de Europa. El auge del punk y prácticamente de todos los movimientos que veremos coinciden con el gobierno de Margaret Thatcher, la llamada “Dama de Hierro”, que se encargaría de desmantelar uno a uno todos los pilares del Estado Social Inglés e imponer el neoliberalismo.
En lo que se refiere a su ascendencia musical, el punk era una más o menos clara continuación del llamado pub rock que había surgido en contraposición a la escena musical de los 70’s dominada por grupos grandilocuentes que daban pomposos conciertos en grandes foros como Yes, Genesis o Jethro Tull. El pub rock debe su nombre, obviamente a los pubs, es decir, los típicos bares de la clase obrera inglesa donde, para darle variedad a una oferta musical principalmente dominada por las rockolas, se empezaron a invitar a bandas locales de amateurs que, sin la intención de crear un género músical en particular, tenían en común el volver a las “raíces” del rock y el blues de “los negros”. Rock “original” con acordes a la chuck berry pero tocado por blancos borrachos. Mientras los conciertos de stadium rock se habían vueltos rituales de adoración del ídolo, en la poca distancia que separaba al artista del público en un pub todo era sudor, cerveza fría, baile y un sano espíritu proletario.
Una segunda influencia del punk vendría del único artista de los setenta más o menos mediático que fue respetado y no dilapidado por el movimiento: David Bowie. En él, los jóvenes que después se rendirían al punk reconocieron riesgo, ambivalencia sexual (crucial para la estética punk), futurismo y cabellos de colores. Sin embargo, aunque a posteriori uno pueda señalar más o menos con claridad las influencias del punk, en el momento de la explosión punk la actitud punk favorita era la negación de la historia.
El punk se caracterizó por una radical autoconsciencia de su papel fundacional, su lugar en la historia como grado cero de la cultura pop. A fuerza de pretender, los punks lograron convertirse en un romper con todo y volver a comenzar. Esto escondía una brutal contradicción ya que sus cualidades técnicas eran limitadas (los clásicos tres acordes del punk con los que podías formar tu banda) por lo que en el fondo solo tocaban rock and roll acelerado y sin embargo querían ser un punto y aparte en la historia.
Esta contradicción
terminó jugando a favor ya que hicieron de la economía de recursos una virtud y
esa sencillez y crudeza generó algo radicalmente nuevo, que cuando se escuchó
por primera vez motivó las mismas metáforas que el arte futurista italiano de
principios de siglo XX: velocidad, furia, miedo, aviones ultrasónicos y la
bomba atómica a la vuelta de la década.
A nivel de práctica
cultural el punk se puede definir por un férreo espíritu independiente
materializado en la frase “hazlo por ti mismo”, artificialidad, rebeldía,
actitud directa y una capacidad táctica de utilizar lo que está a la mano para
ser incorporado en el discurso. Es decir, una especie de canibalismo simbólico
y material donde cabía el situacionismo, los sintetizadores, la estética
militarista, proclamas comunistas o la androginia sexual. Todo lo que
funcionara como provocación para la sociedad inglesa del momento.
CONTINUARÁ...
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Horacio Espinosa es Doctor en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente me encuentro haciendo una estancia en la Universidad de Barcelona donde forma parte del Grupo de Investigación en Antropología del Conflicto Urbano (GRACU, por sus siglas en catalán). Ha trabajado la temática de la identidad en diversos grupos juveniles como consumidores de drogas (2006), miembros de subculturas musicales (2009, 2010 y 2014), chicas con sexualidades disidentes (2009) y usuarios de TICs con ideas distópicas (2007).
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